Cómo evaluar el riesgo y diversificar tu portafolio

Todo inversor, sin importar su perfil, enfrenta riesgos. Estos pueden venir del mercado, de cambios económicos, de la empresa en la que se invierte, o incluso de factores geopolíticos. Lo importante no es eliminar el riesgo —lo cual es imposible—, sino gestionarlo adecuadamente.

El primer paso es identificar tu perfil de riesgo. Algunas personas están cómodas viendo fluctuaciones en sus inversiones si eso significa la posibilidad de mayores ganancias. Otras prefieren una menor rentabilidad a cambio de más estabilidad. Determinar tu nivel de tolerancia al riesgo te permite construir un portafolio que se alinee con tus expectativas y emociones, lo cual reduce la probabilidad de tomar decisiones impulsivas en momentos de volatilidad.

La segunda clave en la gestión del riesgo es la diversificación. Esto significa no poner “todos los huevos en la misma canasta”. Diversificar es distribuir el dinero en distintos activos, sectores, regiones y tipos de instrumentos. Así, si uno de ellos tiene un mal desempeño, los otros pueden compensarlo.

Por ejemplo, un portafolio diversificado puede incluir:

  • Acciones de empresas grandes y pequeñas, tanto locales como internacionales.
  • Bonos de gobiernos y corporativos.
  • Fondos indexados que siguen el rendimiento de un mercado amplio.
  • Inversiones alternativas, dependiendo del perfil del inversor.